Por Leo Babauta
Alguien que conozco compartió que regresó de un retiro de meditación entusiasmado con las posibilidades significativas que habían imaginado en el retiro: nuevos proyectos, oportunidades, cosas importantes que querían crear.
¡Es tan increíble estar entusiasmado con las posibilidades significativas!
Y luego llegaron a casa, y había montones de tareas, correos electrónicos y mensajes esperándolos. La urgencia de esos montones los desbarató de sus mejores intenciones.
La urgencia de las pilas echa por tierra todos nuestros mejores planes.
Tenemos que lidiar con montones todo el tiempo:
- Tareas que se acumulan en nuestras listas de tareas pendientes
- Correos electrónicos y mensajes que se acumulan en nuestras bandejas de entrada
- Los papeles se acumulan en nuestros escritorios, los documentos se acumulan en el escritorio de nuestra computadora
- Las pestañas se acumulan en el navegador
- Las tareas y los mandados se acumulan, las llamadas telefónicas que debemos hacer, las cosas que deben arreglarse o limpiarse
- El desorden se acumula en todas nuestras casas
Estos montones de tareas, mensajes, mandados, quehaceres… se sienten urgentes. Parece que no podemos ignorarlos a favor de lo que es más importante, porque vienen con una ansiedad que nos hace querer arreglar lo que más llama nuestra atención.
A veces ignoramos las almorranas urgentes, pero eso no hace que la sensación de urgencia o ansiedad desaparezca… solo la empeora. Es como tratar de enterrar la cabeza en la arena y pretender que el problema no está allí; todavía nos llama, pero nos tapamos los oídos con los dedos y tarareamos fuerte con la esperanza de ahogar la urgencia de las hemorroides.
No hay nada malo con esta tendencia a querer abordar las pilas o ignorarlas. No hay nada malo con la urgencia o la ansiedad de estas pilas. Pero, ¿y si pudiéramos crear una nueva relación con ellos?
¿Y si los montones son oportunidades para servir, para amar, para jugar? ¿Nos sentiríamos menos ansiosos y urgentes por estas oportunidades de jugar? Las pilas no tienen que decir nada acerca de nuestra adecuación o inadecuación… son solo patios de recreo.
O podrían verse como un jardín: queremos cuidar estos pequeños brotes con cuidado, pero no son un incendio forestal del que debamos ocuparnos con urgencia. Lleva nuestro amor y cuidado, pero no con urgencia.
Con esta nueva relación con nuestras pilas, también podemos centrar nuestra atención en algo más profundo. Un proyecto que tiene sentido, un lugar para traer nuestro corazón y nuestra curiosidad. Podemos traer nuestras intenciones más profundas de meditación, reflexión, expresión. Podemos profundizar nuestras relaciones y pasar tiempo con los que amamos sin la urgencia de las pilas que nos llaman desde nuestros teléfonos.
¿Qué te gustaría hacer con tus días, si no tuvieras que sentir la urgencia de las almorranas?